Paula Ruiz Ruiz

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Recurro a esto cuando me falta valor. Así que me veréis por aquí casi siempre.

sábado, 28 de diciembre de 2019

Casa

Esta casa fue, es y será un agujero negro. 
Y todos los que la habitamos, también.
Incluyéndome a mí. 
De hecho, siendo yo la más tóxica. Por permanecer.
¿Por qué una y otra vez regreso? ¿Por qué siempre caigo?
En la misma violencia,
En la mismas palabras sucias, 
En la misma incontinencia, 
En la misma mierda. 
Es como un constante círculo vicioso, circular, redondo, perfecto.
Que me ha enseñado con el paso de los años, que no hay forma de cambiar(lo). Solo de escapar.
Escapar de ella, 
de ellos, 
del mar
Y aún así siempre vuelvo, 
y además siempre lo hago con los bolsillos vacíos
(a sabiendas que me van a machacar)
y además siempre lo hago sin forma alguna de moverme, entre estas carreteras que me conectan con mis personas y lugares favoritos; que aquí en esta casa, no están.
(a sabiendas que me van a machacar)

Siempre que llego a esta casa no me reconozco,
Tampoco nunca me llegué a entender del todo, 
pero aquí me convierto en una loba, 
oliendo el miedo, la lucha,
las ganas de morder, de desgarrar...
de sobrevivir.

Nunca he sido feliz aquí
y por si había alguna minúscula posibilidad que luchaba dentro de mí por creer lo contrario,
en noches como esta, el golpe de realidad llega; fuerte, siempre fuerte, para derribar mis débiles esperanzas.
Algún día escaparé de esta casa,
de su agujero negro, que me escupe y me mastica; fuerte, siempre fuerte, con las muelas
Y, sobre todo, de todos aquellos que la habitan.
Escaparé con los bolsillos llenos (o casi, pero con eso basta) y una reluciente L en el parabrisas trasero.
Pero por ahora, lo único que tengo son estas promesas dulces... pero lejanas, una voluntad de hierro y una libreta bañada en lágrimas. 

... Y no puedo dejar de pensar, que mañana es mi última noche con Alberto...
(y yo rota, por una rutina irrompible... incapaz de desbloquear un móvil)

miércoles, 4 de julio de 2018

04/07/2018, Madrid. Entrada sin publicar.

es verdad que Madrid fue destino,
cómo negarlo. 
pero no de los que te roban el corazón, el sueño
y la forma en que antes mirabas las ciudades
con sus edificios, amaneceres y resquicios.
fue más bien fugaz. aunque para mi corazón se hizo eterno.
es verdad que Madrid fue cielo,
sobre todo aquel que me vio de vuelta
con la última copa en la mano y la sonrisa en los ojos
pero nunca pudo competir en estrellas,
alma de salitre y espuma
esa que se te cuela entre los dedos de los pies
se enreda en tu pelo y se decide a jugar
y al final, se mimetiza con las pecas tan bonitas que tienes en los hombros.
tampoco voy a ser injusta y negar que en momentos de debilidad
me tendió una mano y fue puente
entre mis noches de insomnio y la acera de enfrente
bajo sus calles repletas de colores,
rastros vendedores de trocitos de mundo
y sus bares revolucionarios.
es verdad que Madrid fue maestra
fue compañera,
me cambió, me enseñó, me quitó la venda
pero también, me hizo también extrañar con toda mi alma
me hizo infeliz y me hizo voraz, me hizo fuerte
me hizo mortal
y aunque me quede con eso,
ya estoy demasiado mayor como para negar
que a Madrid no le puedo llamar hogar
porque a estas alturas 
yo ya no sé como vivir
 sin el sonido del mar.







domingo, 27 de mayo de 2018

plenilunio

amanece en cada uno de los rincones de tu tierra
y emerge tu sol y desciende tu luna
que acompañan a las distintas fases de tu pupila.
tu mar, en plenilunio como nunca antes
hace que navegar por tu pupila azul
nunca resultase tan atractivo
ni tan peligroso
ni cuando en mares de verdad
los tiburones me sonríen
y en sus incisos, veo reflejada mi jodida suerte
y las olas estallan furiosas sobre mi atrevimiento
intentado derribar a mi valentía intrusa
que aunque ellas no saben, es solo puro atrezo.
o cuando incluso creé yo mis propios mares
con lágrimas que cuando caían al suelo
estallaban a mis pies abriendo cicatrices.
no sé si es porque a tu tempestad
le provoco cierta calma
porque nunca vi a un solsticio dudar tanto
entre sí mantenerse menguante 
o ser acostado por el manto acolchado
de marea, espuma y conchas
que acompaña a tu pupila oscilante. 
lo que sí tengo claro es que no dudas
cuando me miras y te miro 
con mi boca reclamando de tu agua 
y nos atrevemos en mares enemigas
con tu pupila azul en calma
proclamando que ya 
es hora del plenilunio.