descarto la posibilidad de ser reflejo en tus córneas
y armonía en tus dedos al presionar las cuerdas.
reniego de ser la merecida soberbia que acompaña al brote de tu melodía
reniego de ser la merecida soberbia que acompaña al brote de tu melodía
y de ser la excelsa partitura antes de nacer en tu hemisferio derecho.
me niego a este miedo sin base empírica
que me hace dibujar puentes imaginarios entre tu nombre y el mío
habitando en noches en las que dormimos separados,
que me hace dibujar puentes imaginarios entre tu nombre y el mío
habitando en noches en las que dormimos separados,
pero con nuestras manos despiertas,
soñando anhelarse.
renuncio a este pulso interminable entre razón y pasión
renuncio a este pulso interminable entre razón y pasión
que aún decide entre si mantenerte en el cielo de mi paladar,
o que como los parapentes hacen,
deslizarme por la pendiente de tu provocativa nariz.
(...)
rehúso de acordarme del sonido de tu voz y el rozar de tus dedos en mis venas,
un día rotas,
pero hoy más que afinadas y tersas
que me hacen descartar la posibilidad de regresar y de sufrir,
de ser tu silencio introductor, tu corchea desafiante
y tu pieza única de discordante caos.
ahora bien, paro mis pies en este punto último antes de la caída,
si finalmente eres tú el que no renuncias a cumplir mi último aliento:
por favor no me hagas aceptar una vida
en la que mi epicentro, vorágine y punto de no retorno
no sea otro, que tu melodía.
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